Introducción
A veces decimos que “improvisar es rolear con libertad”.
Pero seamos sinceros: muchas veces improvisar es simplemente no querer trabajar.
Sí, lo sé. Lo digo con conocimiento de causa. Porque yo también soy ese narrador que deja para el último momento lo que debería haber preparado hace tres días.
La gran mentira de la improvisación
En el mundillo rolero, “improvisar” suena a virtud.
Como si cada sesión fuera jazz narrativo, pura inspiración divina, Dungeon Master del alma.
Pero la mayoría de las veces no es inspiración, es autoengaño con dados de veinte.
Improvisar se siente bien porque nos da poder: creamos, decidimos, sorprendemos.
Pero ese subidón de “qué bien improvisé” es pura dopamina del ego.
Y mientras tanto, la historia que podríamos haber preparado —con giros, coherencia y ritmo— se queda flotando en el multiverso de las excusas.
El ego del narrador “natural”
Muchos narradores, incluyéndome, usamos la improvisación como coartada estética.
“Yo no necesito preparar, lo llevo todo en la cabeza.”
Traducción: no me apetece abrir el documento de notas.
Nos convencemos de que “así es más orgánico”, “más realista”, “más libre”…
Pero en realidad lo que buscamos es la validación inmediata del público: que los jugadores digan “guau, qué buena historia”.
Aunque sabemos que muchas veces lo dicen por compromiso, no por impacto real.
Cuando la pereza se disfraza de arte
Improvisar no es malo.
El problema es creer que improvisar todo el tiempo es señal de talento.
No lo es. Es señal de que preferimos brillar hablando que trabajar pensando.
Una buena partida necesita estructura, tensión, ritmo… cosas que no nacen mágicamente mientras tiras dados.
Y cuando nos saltamos ese proceso, lo que hacemos no es arte narrativo, es improvisación emocional para satisfacer nuestro ego rolero.
No, improvisar no te hace un mejor narrador.
Te hace uno más cómodo.
Y lo digo sin cinismo: soy culpable también.
Improviso porque a veces me da pereza. Porque quiero ese momento de gloria frente a mis jugadores.
Pero luego, cuando pienso en lo que podría haber sido esa historia si la hubiera trabajado… me doy cuenta de que no improvisé por libertad.
Improvisé por flojera.
💬 ¿Tú también improvisas por arte… o por pereza? Dímelo abajo, sin tirar por Engaño.